LA PALABRA DE MATHEU visitó la Escuela de Educación para Adultos nro. 701 de Escobar que tiene una de sus sedes en el Bo. Phillips donde un vecino presta su casa para que 14 alumnos puedan terminar la escuela primaria; la mayoría son de edades avanzadas, de entre 80 y 90 años y otros son más jóvenes, aunque todos tienen un marcado entusiasmo para lograr el objetivo. Una de las maestras de jóvenes y adultos mayores, Mónica Serrano (la otra docente es Isabel Salomón)*, comentó a este medio que “estamos desde el 2020 en este domicilio y si bien estamos enseñándoles a leer y a escribir, queremos fundamentalmente que sientan una contención, que estén acompañados, convencerlos de que ellos pueden hacer algo más en la vida, algo distinto, pero más que nada es la compañía; algunos están muy solos y tienen muy ricas historias de vida para contar; más alla de la lectoescritura y la enseñanza, donde por lógica para cada persona hay que buscar recursos varios porque tienen una estructura ya formada,para mí es un aprendizaje porque yo les quiero enseñar algo por ejemplo del Delta o del Río Paraná y ellos saben mucho más que yo, sin haber estudiado, tienen una visión de la vida muy especial, yo me llevo en cada clase una gran satisfacción”. El vecino que presta su casa para las clases se llama Ramón Vicente Gorosito (foto abajo con su maestra) tiene 88 años, nació en Villaguay (Entre Ríos) y vino a Escobar a los 18 años, aunque en su pueblo trabajaba desde los 10, en el campo haciendo tareas rurales.
Ramón Gorosito (88) junto a la maestra Mónica Serrano
En Escobar trabajó junto a sus hermanos en un horno de ladrillos, lo cual fue su actividad durante muchos años. Al ser consultado por sus ganas de terminar la primaria, Ramón expresó: “Yo hasta los ochenta y pico no sabía leer ni escribir, pero gracias a esta maestra que vino acá me entusiasmé; yo no sabía ni la hora, pero como mi hermana ya estaba estudiando empecé yo también y ahora sí, estoy contento, me defiendo, la verdad que la vida sin la escuela es muy difícil, haga de cuenta que uno es ciego, no sabe ni siquiera qué dice en un cartel, nada, pero ahora estoy aprendendo algo y estoy muy agradecido”. Otro ejemplo parecido es el de José María Formigo, quien está próximo a cumplir 91 años y también está cursando la primaria; llegó hace 73 años a Escobar, fue Secretario de la Unión Obrera Ladrillera hasta 1976; trabajó hasta los 82 años en la ladrillería de Loma Verde e indica orgulloso que “Por estas manos pasaron miles de ladrillos con los que se construyeron la mayoría de las casas de Escobar; llegué a conocer personalmente al “tono” Lambertuchi (N. de la R.: Antonio Lambertuchi, primer intendente municipal de Escobar), con quien hablábamos de temas varios; y quise seguir la escuela porque yo sabía muy poco leer y escribir, así que mientras la cabeza me lo permita, quiero aprender”.
José María Formigo, 91 años.
La más joven de este grupo es María Luján de 36 años, del Bo. Phillips, quien llegó a cursar hasta cuarto grado pero al quedar embarazada interrumpió sus estudios; hoy decidió retomarlos con gran entusiasmo destacando que “gracias a la seño que me ayuda, mis compañeros, mi marido y mis hijos estoy aprendiendo mucho, trabajo en una panadería y aprendí a contar bien la plata, por ejemplo, y eso me da un empuje para seguir, además el estudio es muy necesario para todo, espero llegar también a hacer la secundaria”.-
*Agradecimiento especial a Isabel Salomón y Mónica Serrano por las gestiones para esta nota.
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