Esta localidad, como la mayoría de la provincia de Buenos Aires, nació con la estación ferroviaria. Pero ni el propio Domingo Nazarre, quien donó los terrenos a favor del Ferrocarril Central Argentino el 9 de marzo de 1898 – fecha que se instituyó como fundación del pueblo – imaginó que el futuro crecimiento de este medio de transporte iba a resultar tan desprolijo. Y es que durante años, la comunidad reclamó y esperó un mejoramiento en el servicio de trenes.
Hasta que en el mes de marzo del 2015 todo parecía indicar que comenzaba una nueva era: de la mano del entonces Ministro del Interior y Transporte de la Nación, Florencio Randazzo se iniciaron los trabajos de reparación en las vías y por fin las formaciones cero kilómetro comenzaron a prestar servicios en el tramo Capilla del Señor – Victoria, pasando por Matheu. Hasta se dijo que en poco tiempo llegarían hasta la estación Retiro sin trasbordo alguno, lo que iba a permitir que muchos vecinos lleguen a Capital de una manera diferente. A modo de ilustración, podemos decir que estas formaciones eran coches a motor adquiridos por el Estado Nacional a la empresa argentina MATERFER S.A. ubicada en la localidad de Ferreyra, Provincia de Córdoba. Los mismos venían equipados con un motor Marca SCANIA de 6 cilindros en línea, de 4 tiempos; contaban con aire acondicionado, sanitarios modernos, comando computarizado de avanzada, potentes frenos y dobles filas de butacas muy cómodas y ventanales muy parecidos a los de un colectivo de larga distancia (fotos).
En ese mismo momento comenzaron a prestar servicios pasando por este pueblo, pero al parecer todo fue “para la foto”, ya que en la actualidad, agosto del 2016, La Nueva Palabra pudo averiguar, luego de una investigación, que desde el mes de noviembre del 2015 los servicios “de lujo” dejaron de funcionar. Algunos trabajadores de la empresa aseguran que los coches están parados en los galpones de Victoria, tapados con lonas, los cuales, dicen, dejaron de circular a causa de las roturas en los vidrios y en sus estructuras producidas por las piedras lanzadas por los traviesos de siempre a la vera de las vías, hecho repetido hasta el cansancio; otras fuentes consultadas, indican que el arreglo insuficiente y el mal mantenimiento que se habría llevado a cabo en el ramal ferroviario no le permitirían alcanzar las velocidades que podrían desarrollar; es más, las locomotoras de los coches actuales deberían ir a una velocidad de 80 km/h, pero sólo podrían andar a 30 ó 40 km/h porque si bien se habrían cambiado varios durmientes, los rieles seguirían siendo los mismos, y tampoco se habría “emparejado” el tramo en el cual se trabajó (que se realiza con una máquina especial), ocasionando que se produzcan “pozos” o “baches”, lo cual haría que se circule más despacio, a punto tal que un trabajador que pidió no ser identificado comentó que “antes el tramo Capilla – Victoria se hacía en una hora, hoy estamos tardando de dos a dos horas y media”.
Para colmo de males, al parecer, el servicio sería más deficitario que antes porque, aparentemente, ya nadie sacaría boleto, dado que la merma de personal derivó en que falten varios guardas y al usuario no se le solicitaría el ticket como corresponde.
Así las cosas, lo verdaderamente inentendible es que después de tanto esperar, el vecino de Matheu y alrededores se tendrá que conformar con los trenes “clásicos” de pasajeros, sin acceso al confort y la modernidad que parecían llegar de la mano de estos coches de “última generación” que permitían pensar que algo había cambiado para bien, que en este aspecto, se gozaría de una mejor calidad de vida. Otro golpe a la ilusión a la gente. Otro más.
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